El Museo, país de maravillas
El museo - cuyo origen realmente se debe a la pasión de los antiguos potentados por coleccionar y conservar riquezas - ha permanecido sujeto durante largo tiempo a los caprichos y hábitos de sus dueños. Cuando el aficionado erudito fue reemplazado por el conservador oficial, éste prosiguió en la labor del coleccionista y guardián de los tesoros de la antigüedad.
Hasta hace poco, se podía comparar a los museos como <<vías apartadas donde se estacionaban trenes cargados de riquezas, para toda la eternidad. Se creía que un museo era más grande cuanto más objetos contenía, y con esta idea se lo atiborran de toda clase de piezas curiosas. Inactivos y cubiertos de polvo, los museos se convierten en vastas necrópolis donde yacían revueltos los más diversos testimonios del pasado.
Existen hasta hoy algunos de esos museos locales, regionales y aun nacionales que guardan su sabor arcaico, pero que en verdad no carecen de encanto.Más, en la mayor parte de los casos, un soplo nuevo ha barrido el polvo de la inmovilidad. El museo ha dejado de ser estático para convertirse en un centro cultural dinámico, transmisor de los conocimientos, encargado de hacer revivir los recuerdos de la humanidad.