Talleres y buhardillas: la vida del artista en París
La invasión del mundo por los técnicos no ha destruído el prestigio del artista, sino todo lo contrario. La razón es sencilla. Un escultor decía recientemente: « La mayoría de los hombres repiten hasta la muerte una lección aprendida en la escuela o en la fábrica. Nosotros somos unos privilegiados; vivimos incesantemente dentro de lo nuevo: creamos.»